Wednesday, April 12, 2006

Monday, April 10, 2006

MABEL ALICIA, MUCHO GUSTO...

Metro cincuenta y cinco, pelo blanco, anteojos, sweater marrón, pollera a tono y un par de bolsas entre las cuales se identifica una cartera que si hablase, la invitaría a tomar mas de una cerveza. Levemente encorvada pero sumamente ágil, se trepa al servicio de la línea 29, tipo siete y media, ocho de la noche. Tiene cara de Mabel. O de Alicia.
La esquina es Crámer y Nuñez, y es ahí donde comienza su recorrido. El destino, es todo un misterio y su motivación es la de hablar. Hablar, comunicarse, empatizar, ya sea con un pasajero, con el chofer o con el timbre de la puerta. Construye la red donde envolverá a sus víctimas con una precisión milimétrica. El primer paso es la elección del lugar. Lo lleva a cabo desde la máquina expendedora, bien aferrada a algún respaldo y realizando leves movimientos de cabeza. Muchas veces el lugar le es cedido por un alma inocente que se inmola para vivir un viaje distinto. Es ahí y luego de acomodarse, cuando Mabel comienza a desplegar su rutina. “¿Joven, no me cerraría la ventana?” Una vez roto el hielo los argumentos varían pero el más usado es “es que ando medio engripada”. Luego de un par de frases sueltas para entrar en calor, comienza un bombardeo descarnado de preguntas. Hay quienes sonríen nerviosos. Otros más fríos miran por la ventana y asienten de vez en cuando con la cabeza. Al principio esta actitud parece no afectarla, pero luego de unos minutos de esta cruel indiferencia, se retira hacia otro asiento para repetir su rutina con una exactitud que mete miedo.
A esa hora el móvil no viene muy cargado, y en los 20 minutos que dura el viaje hasta mi morada, he visto a Alicia charlar con tres personas en un radio de no más de 4 asientos. Pero ojo. Nada de pensar que se trata de una vieja gaga. Mabel la tiene atada. Mas clara que todos los que compartimos el viaje con ella. Me atrevo a decir que se aprecia cierto grado de perversión en sus ojos. Disfruta la situación incómoda a la que somete a los pasajeros. Como dije anteriormente el tiempo que comparto con ella es el justo y necesario para que, mirándola desde el último asiento, ejerza todo su poder sobre mi y se adueñe de todo mi cariño.